Donde comenzó mi camino
No en la religión.
Relación.
Toda historia tiene un punto de giro. Para mí, llegó la mañana en que caí de rodillas y conocí a Dios no como una doctrina ni un dogma… sino como Papá. Ese momento lo cambió todo.
Yo le llamo Papá nació de ese encuentro. Es un viaje a través de la duda, el dolor y el redescubrimiento, contado con una narración cinematográfica y una honestidad real. No es un libro sobre reglas ni rituales—es sobre el tipo de relación para la que fuimos creados.
Porque, en el fondo de todo, Dios nunca quiso rituales.
Él quiere relación.
La historia ya está escrita… el lanzamiento se acerca.
Fecha de publicación por anunciarse.
DONDE COMENZÓ MI CAMINO
no religión.
relación.
Toda historia tiene un punto de giro. Para mí, llegó la mañana en que caí de rodillas y conocí a Dios no como una doctrina ni un dogma… sino como Papá. Ese momento lo cambió todo.
Yo le llamo Papá nació de ese encuentro. Es un viaje a través de la duda, el dolor y el redescubrimiento, contado con una narración cinematográfica y una honestidad real. No es un libro sobre reglas ni rituales—es sobre el tipo de relación para la que fuimos creados.
Porque, en el fondo de todo, Dios nunca quiso rituales.
Él quiere relación.
La historia ya está escrita… el lanzamiento se acerca.
Fecha de publicación por anunciarse.
El corazón detrás de las páginas
¿Y si Dios nunca quiso nuestros rituales, sino solo nuestro corazón?
Durante años, creí en Dios, pero nunca supe cómo acercarme a él—hasta que la desilusión creció tanto que empecé a dudar de su misma presencia, vagando más de dos décadas en la incredulidad. La religión me dio rituales y reglas, pero no un Padre que anhelara una relación real, dinámica e interactiva con sus hijos—más allá del control, más allá del rendimiento.
Luego llegaron los puntos de quiebre—el divorcio, la duda, la desesperación—y momentos que me empujaron al borde. Un tatuaje grabado en mi espalda se convirtió en un recordatorio diario de seguir respirando por mi hija. Su voz—“Papá, por favor no te vayas”—siguió resonando mucho después de que el auto se alejara de la acera. Y cuando una escena de película repitió mi propia despedida en la pantalla, no me consoló… me destrozó.
Yo le llamo Papá: De la religión a la relación nace de ese tipo de honestidad. Combinando memorias personales, relatos cinematográficos de las escrituras y perspectivas de la psicología, revelo a un Dios que no exige rendimiento, sino que ofrece presencia. Los lectores escucharán a Moisés hablar con Dios en el monte Sinaí, caminarán con Rut mientras se aferra a Noemí, se reunirán con los discípulos cuando Jesús les enseña a orar por primera vez, y se sentarán junto al hombre que había perdido toda esperanza junto al estanque de Betesda.
Esto no es teología distante—es una invitación. Para los buscadores heridos por la religión, los creyentes cansados del camino o cualquiera que anhele ser conocido, Yo le llamo Papá afirma que hay un Papá esperándote en el valle—uno que siempre ha querido una relación, no tus rituales.
¿Por qué este libro… y por qué ahora?
Estamos viviendo un momento de cambio espiritual. En todo Estados Unidos, casi uno de cada tres adultos se identifica hoy sin religión—una cifra que ha aumentado constantemente hasta alcanzar entre el 28 % y el 29 % entre 2023 y 2025. Los estudios sobre lo que los investigadores llaman “la Gran Desiglesización” revelan que casi 40 millones de estadounidenses que alguna vez asistieron a la iglesia se han alejado en los últimos 25 años—el cambio religioso más grande y rápido en la historia moderna. Y la tendencia continúa, con más de 2.7 millones que se van cada año.
Debajo de esas estadísticas hay una verdad más profunda: las personas no se están alejando de la fe, sino de lo que se siente vacío. Muchos buscan a un Dios que sea real, relacional y presente—no distante, institucional o ensayado.
Por eso fue escrito Yo le llamo Papá.
El libro se sitúa junto a las obras más relevantes de hoy sobre la duda, la oración y la espiritualidad relacional, pero habla con una voz distinta. Su narración cinematográfica, su honestidad testimonial y sus recreaciones bíblicas invitan al lector a entrar en la historia de las escrituras como si estuviera allí mismo. Y en su núcleo hay una verdad simple que lo distingue: Dios nunca quiso rituales.
Él quiere relación.
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